Aquiles, nacido de la unión entre la divina Tetis y el humano Peleo, se erigió como una figura legendaria entre los héroes de la antigua Grecia.

En el fragor de la Guerra de Troya, su nombre resonaba por encima de todos los demás. Su intervención fue crucial, inclinando la balanza hacia la victoria de los aqueos. Aunque dotado de habilidades sobrehumanas, Aquiles estaba sujeto a la mortalidad. Su inmensa fuerza, crueldad, arrogancia y atrayente belleza le otorgaron el estatus de modelo para quienes anhelaban una vida eminente, peligrosa y vertiginosa.

Con una estatura que supera los cinco metros y un peso cercano a los ochocientos kilogramos, Aquiles atraviesa las calles y plazas de la ciudad, una presencia imponente que irrumpe en la cotidianidad de los mortales. Su paso, un espectáculo de gran impacto visual, deja a los espectadores maravillados ante la majestuosidad de aquel ser legendario recorriendo las vías urbanas.